martes, 23 de diciembre de 2008

Yo no creía en la vida después de la muerte, pero un suceso importante hizo que cambiara mi mirada hacia ello.
Realmente pueden suceder cosas que jamás te imaginarías que podrían pasar. Tal vez aquello fue un sueño, o una eterna pesadilla de la cual aún no puedo despertar.
Aquella noche de invierno donde la luna parecía querer desprenderse del cielo y las estrellas querían brillar más que el sol. Esa noche me di cuenta que estaba solo, que no había nadie en quien confiar. Y que quizás, si hoy me muriera, nadie lo notaria.
¿ que es la vida sin una ilusión, sin un sueño?, y ¿de que me sirve? Si ninguna batalla tiene final y nunca se encuentra la felicidad. Me dirigí a mi habitación, y sin pensar en el qué dirán, tomé el arma que se encontraba en el fondo de aquel solitario cajón. Cuando estaba totalmente decidido a hacerlo, sentí un gran impacto, un cambio total en mí, sucedió algo inexplicable, de repente como si mi cuerpo fuera otro y mi alma se colmara de felicidad.
Algo en mi interior me dijo “no debes hacerlo”. Sin más palabras bajé el arma. No era el momento indicado para actuar. Solo debía escuchar esa dulce voz que me decía “no puedo evitar pensar que te vas sin saber todo lo que vas a extrañar”.
-La vida es un chiste, pero para mi ya no tiene gracia, estoy arto de la rutina que te cansa y te domina, que no te deja pensar y mucho menos soñar.
-La vida no es un sueño –dijo ella- pero vale la pena soñar.
-¿y tu quien eres? ¿Acaso me conoces?
-no puedes verme, pero algún día me vistes. Hoy puedes escucharme, pero recuerda…nunca me hablaste.
-Se que en un pasado me equivoque y hoy no te recuerdo. ¿Dónde te encuentras? ¿Es acaso esto un sueño?
-estoy en el vacío, en medio de la oscuridad, donde nadie puede verme y solamente tu has logrado escucharme.
-No puedo creer en aquello que no logro ver, así que tu solo eres producto de mi imaginación.
-Nunca vas a encontrar la razón del existir a todo, hay dos formas de vivir la vida: una es pensar que nada es un milagro; otra es pensar que todo es un milagro, con esto no quiero decir que yo sea un milagro, solamente que existo y que quizás no logras verme porque jamás has querido hacerlo.
Pero dejemos el palabrerío a un lado, solo escúchame un segundo y respóndeme una pregunta:¿Por qué quieres hacerte daño?
-Quizás la vida ya no tiene sentido para mi, mis sueños se desmoronan y me encuentro cada día mas perdido, yo no valgo la pena, estoy solo y no encuentro ningún bastón que logre sostenerme.
-Aunque la soledad te invada, nunca te rindas, porque siempre tendrás alguien a tu lado que te acompañe.
-En estos momentos no necesito a alguien que me acompañe, sino a alguien que me guíe y no creo poder encontrarlo.
-Quizás estas siendo muy pesimista, talvez te estas dando por vencido antes de tiempo.
Mira a tu alrededor y camina sin sentido alguno, párate en esa esquina y mira hacia adentro de ese bar, espera sentado en esa mesa que se encuentra junto a la ventana, poco a poco su voz iba desapareciendo.
Agarre mi abrigo, hacia mucho frío afuera, me dirigí hacia el centro de la ciudad, cada quien por su lado se dirigían las personas sin sentido alguno.
Llegue a esa esquina, entré a aquel bar, me senté junto a la ventana y esperé; transcurrieron horas y horas y nada sucedía.
De repente escuche la dulce voz de nuevo, pero esta vez se encontraba acompañado de un cuerpo. Se sentó justo detrás de mí, estuvo varios minutos en silencio, pidió un café y luego se fue. Cuando se retiraba, dejó caer un papel que decía: “la vida es despecho, es honor, es desatino, es valor, es frenesí, es rabia, es ira… es sueños”.
PD: nunca te olvides que después de hoy proviene el mañana.
Guarde el papel en el bolsillo de mi abrigo me dirigí a mi casa, me recosté y quede sumergido en un sueño muy profundo.
Sentí una mano acariciar mi cuerpo y esa dulce voz susurrándome una canción al oído, desperté y estaba ella a mi lado. No lograba entender nada, vi el papel que ella dejó caer y sin pensarlo le dije te amo.
No entiendo lo que paso, solo se quien soy y como me siento: soy aquel hombre que buscaba ser, un hombre colmado de felicidad, ella fue el ángel que me salvó, animada de una fortaleza celestial, sonreí, mientras que, sucumbiendo yo el peso de mis males, mezclaba con el mar la amargura de mi llanto. Tu aspecto me devolvió el valor y me dio fuerzas para hacer frente a cuanto pudiera ocurrir.
Quizás esto sea un pequeño sueño, dentro de un gran sueño, dentro del sueño compartido; tal vez es un milagro o simplemente es el mañana.
Lo único que pedo decir es que la vida no es un sueño, sino un eterno despertar.

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